(Por Marcelo De la Cruz) .- El
3 de octubre de 1991 el técnico del Club Vélez Sarsfield , Héctor Veira, dirigía
la práctica con cierto nerviosismo, sus jugadores se habían dado cuenta desde
un inicio que algo malo pasaba y era algo que no se podía disimular. Cuando se
acercaba el medio día, de la calurosa jornada de primavera , llegó el abogado
del “Bambino” a comunicarle las novedades judiciales y las malas noticias.
En ese momento Veira no supo
qué hacer, las indicaciones y consejos del doctor en leyes eran confusos. Decidió
terminar la práctica y abordar el auto de su Preparador Físico, el querido
profe Webhe, y tomó rumbo a Barracas donde vivía su padre: Víctor.
En el juzgado habían denegado
su recurso de amparo por la supuesta violación del pibe Sebastián Candelmo . La historia comenzó el 17 de octubre de 1987,
35 horas mas tarde de haber ocurrido el hecho, Luis José Candelmo, el padre de
Sebastián Candelmo, había denunciado en la comisaría 10 de la ciudad de Buenos
Aires que Héctor Rodolfo Veira había abusado a su hijo en el departamento de
Veira, Doblas 1103, Ciudad de Buenos Aires. El padre del niño afirmó que su
hijo le contó lo ocurrido primero a su madre, ya en casa y luego a él. Veira
fue detenido por intento de violación y salió con libertad condicional 36 horas
después.
Por un tiempo el hecho pareció
diluirse, pero para 1991 tomó una dirección distinta a lo deseado por Veira. De
los 17 jueces que atendían el caso , 2 decían que Veira era culpable: María Cristina
Carmiña y Carmen Argibay. Los 17 tenían que estar de acuerdo para que el
Bambino quedara exonerado, así que la causa no prospero.
El 4 de octubre Veira ingresó
en el departamento Central de Policía y a las 12:34 fue trasladado a Devoto,
llego al pabellón 50 en lo que llamaban el sector Sheraton. Ese domingo jugaba Vélez
con River en Liniers, los locales perdieron uno a cero y Veira lo escuchó por
la radio – para colmo el gol fue en contra de parte de Oscar Ruggeri- , los que
lo vieron dijeron que entro en un fuerte pico de depresión. Ese mismo domingo
lo visitaron por la noche Oscar Ruggeri, el Tigre Gareca y el directivo Raúl
Gámez. Cuando dejaron al convicto en Devoto dicen que dijo estas palabras: “Lo único
que quiero es que se olviden de mí”.


