martes, 5 de noviembre de 2013

Ayrton Senna: El piloto de Dios


(Por Marcelo De la Cruz) .- El brasileño Ayrton Senna fue un piloto solitario, era muy dedicado a su trabajo. En sus inicios nunca se lo vio con mujeres en las pistas de carrera, cuando era la moda entre sus colegas, de todas maneras se habla de varios romances desde muy joven cuando comenzó en el kart, todos escondidos por él mismo. Hay amigos de su juventud que hablan incluso de un “celibato a ultranza” del deportista. Las crónicas de sus primeros pasos cuentan que llegaba solo a los circuitos y “solo” también se iba. Vestía de manera muy simple: una camisa sport y jeans, acompañado siempre de un maletín delgado.

En 1991 pudo haber muerto en Alemania, en el circuito de Hockenheim, tuvo un terrible vuelco. Su casco rozó con el pavimento y en la caída tragó arena mientras se deslizaba cabeza abajo. Sus acompañantes se asustaron bastante esa tarde, pero Ayrton salió caminando esa jornada, con algunas magulladuras, pero con la cabeza altiva.

Senna profesaba su amor por Dios constantemente: “Algunos escribieron que yo me creía inmortal porque Dios me protegía, nada tiene que ver con el hecho que sea creyente. Soy como soy y no lo puedo evitar”, respondió a unos periodistas una vez.

La persona que más lo motivo en sus inicios fue su padre Milton Da Silva, el era un próspero comerciante que patrocinó a su hijo desde un inicio. El mismo le construyó su primera máquina de karting con sus básicos conocimientos de mecánica.

Ya famoso Ayrton vivía en Mónaco, pero todos sus ahorros y proyectos estaban en Brasil. En San Pablo tenía todo un piso en uno de los barrios más residenciales de la ciudad brasileña. El apartamento tenía helipuerto propio, además poseía una granja en las afueras de la ciudad donde cultivaba productos macrobióticos. Era un apasionado de Juan Manuel Fangio, era su ídolo, recorría sus historias en libros y revistas antiguas que poseía y  a eso le sumó un montón de material fílmico del corredor argentino.
Cuando terminaba una carrera de Fórmula Uno siempre volvía a San Pablo para encontrar la ternura de sus sobrinos en la casa de su hermana. Ahí junto a sus padres se olvidaba de todo el show que significaba la fiesta por excelencia de los motores a nivel mundial.

Falleció debido a un accidente fuerte en las competiciones  en el Autódromo Enzo e Dino Ferrari en Imola, Italia , durante el Gran Premio de San Marino de 1994. Dicen que con él se fue el último romántico de la Fórmula Uno.

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