(Por Marcelo De la Cruz) .- El
brasileño Ayrton Senna fue un piloto solitario, era muy dedicado a su trabajo.
En sus inicios nunca se lo vio con mujeres en las pistas de carrera, cuando era
la moda entre sus colegas, de todas maneras se habla de varios romances desde
muy joven cuando comenzó en el kart, todos escondidos por él mismo. Hay amigos
de su juventud que hablan incluso de un “celibato a ultranza” del deportista.
Las crónicas de sus primeros pasos cuentan que llegaba solo a los circuitos y “solo”
también se iba. Vestía de manera muy simple: una camisa sport y jeans,
acompañado siempre de un maletín delgado.
En 1991 pudo haber muerto en
Alemania, en el circuito de Hockenheim, tuvo un terrible vuelco. Su casco rozó
con el pavimento y en la caída tragó arena mientras se deslizaba cabeza abajo.
Sus acompañantes se asustaron bastante esa tarde, pero Ayrton salió caminando
esa jornada, con algunas magulladuras, pero con la cabeza altiva.
Senna profesaba su amor por Dios
constantemente: “Algunos escribieron que yo me creía inmortal porque Dios me protegía,
nada tiene que ver con el hecho que sea creyente. Soy como soy y no lo puedo
evitar”, respondió a unos periodistas una vez.
La persona que más lo motivo en
sus inicios fue su padre Milton Da Silva, el era un próspero comerciante que
patrocinó a su hijo desde un inicio. El mismo le construyó su primera máquina
de karting con sus básicos conocimientos de mecánica.
Ya famoso Ayrton vivía en Mónaco,
pero todos sus ahorros y proyectos estaban en Brasil. En San Pablo tenía todo
un piso en uno de los barrios más residenciales de la ciudad brasileña. El
apartamento tenía helipuerto propio, además poseía una granja en las afueras de
la ciudad donde cultivaba productos macrobióticos. Era un apasionado de Juan
Manuel Fangio, era su ídolo, recorría sus historias en libros y revistas
antiguas que poseía y a eso le sumó un montón
de material fílmico del corredor argentino.
Cuando terminaba una carrera de
Fórmula Uno siempre volvía a San Pablo para encontrar la ternura de sus
sobrinos en la casa de su hermana. Ahí junto a sus padres se olvidaba de todo
el show que significaba la fiesta por excelencia de los motores a nivel
mundial.
Falleció debido a un accidente
fuerte en las competiciones en el Autódromo
Enzo e Dino Ferrari en Imola, Italia , durante el Gran Premio de San Marino de
1994. Dicen que con él se fue el último romántico de la Fórmula Uno.

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