miércoles, 30 de octubre de 2013

Menotti: El flaco del pucho

(Por Marcelo De la Cruz).- Menotti es la vena más formativa de los técnicos de futbol en la República Argentina, su  línea es la del hermoso ballet, de la belleza del deporte, del trabajo y de la búsqueda de un Nirvana diferente dentro de este deporte. Tal vez por eso fue muy criticado y complicado en diferentes etapas de su historia.

Su obra maestra fue el Mundial de 1978. Argentina se consagró un domingo 25 de junio ganándole 3 a 1 a Holanda en el alargue. El lunes 26 César Luis fue el más buscado en Buenos Aires, los medios lo llamaban hasta Rosario pensando en una escapatoria a los pagos, el hincha común pedía su nombre como quien pide libertad a  su captor, más aun en esos días.

Menotti recurrió a su amigo Rodolfo Kraly, que le había reservado una pieza en el Hotel Libertador con un nombre fingido. Con Kraly tenía una relación muy especial, era su secretario personal y su hermano dentro del grupo, fue su cable a tierra personal en los momentos de mayor tensión. En la residencia donde se alojó la selección durante el Mundial se los veía hablando constantemente por  walkie talkie. Sus nombres de guerra eran “Gato Negro” (Menotti) y “Nube Blanca” (Kraly). El seudónimo Menotti salió debido a sus andanzas nocturnas que tenía por la concentración, era un fantasma, dirían los jugadores recordando esos días.

Menotti trataba a todos por igual, salvo a Houseman, a él lo quería como a un hijo, incluso antes de ir a la fiesta del Mundial el propio César lo vistió de los pies a la cabeza. El ”loco” se entretenía con eso.


El campeonato fue soñado por Menotti, su promesa -si la conseguía- fue sencilla y la cumplió, con todo su cuerpo técnico dio la vuelta Olímpica alrededor del Obelisco vestido con el atuendo de jugador. Junto a Saporiti, Poncini y Pizzarotti vestidos de cortos lo acompañaron a las 4:30 de la madrugada del lunes 26, habría un centenar de hinchas que aún festejaban el campeonato que fueron testigos de un hecho poco común. Menotti se puso su gorra favorita y con sus piernas largas corrió como si nada por 9 de Julio para cumplir por un sueño que había tenido hace muchos meses.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Boxeo de los 50’s: La galaxia del Luna Park

(Por Marcelo De la Cruz).- Enclavada en la manzana de Corrientes, Bouchard, Lavalle y Madero se encuentra el mítico Luna Park. El tranvía 26 llegaba hasta ahí o también podías llegar en un taxi, uno de esos pequeños Mercedes Benz, que te traían hasta la puerta misma. La emoción de asistir al Luna comenzaba leyendo las últimas páginas de La Razón donde aparecía el listado de las peleas.

Ya ahí lo mas complicado era ingresar a las populares, porque había que hacer largas colas. Todo se dificultaba más si peleaba Lausse o Merentino, los camiones con fanáticos venían desde distintas partes: de Mataderos llegaba toda una banda si peleaba Lausse, desde Rosario llegaban los aficionados de Bunetta.

En las puertas, los controles eran los de siempre, en la puerta “Uno” estaba Cándido Vásquez y de una cabellera blanca estaba Adolfo Albitos en la puerta “Dos”. Uno al entrar se encontraba con los bustos de Ismael Pace y el viejo Pepe Lectoure. La publicidad de Cinzano, Otard Dupuy y medias Paris estaban a primera vista en la popular A. Boquillas Filtox, Ceresita y los cigarrillos Nobleza estaban en la puerta de las plateas. El acomodador  más famoso que tuvo el Luna fue el querido “Toscano”, siempre fumando un Avanti, sonriendo a los que tenían boletos y atento por si acaso alguien se quería colar a la función.

A las nueve menos cuarto de la noche comenzaba el ritual, y el primero en entrar en las tribunas era el “viejo” Lectoure, que perdió la vista y apenas se guiaba por el bullicio de la gente. El preguntaba: ¿A Quién silban?...si siguen silbando no va a pelear más aquí. Decía el orgulloso gerente.

En los 50’s pelearon en ese ring Cirilo Gil, Alfredo Bunetta, Eduardo Lausse, Andrés Selpa, Ernesto Miranda, los españoles Fred Galiana y Manolo Garcia. Los grandes relatores de la época eran Bernardino Veiga, Fioravanti, Damian Cane, Raul Ferrito y Oscar Marino. Siempre venían bien vestidos, para ellos la transmisión era un show de primera clase y para eso debían estar a la altura.

En el viejo Luna Park pendía del centro una araña gigante de vidrio para alumbrar el ring side, a su alrededor globos de vidrio que alumbraban tenuemente. El juez más famoso de esos años fue Alfonso Araujo. Los mismos Perón y Evita bajaban a saludar con la mano a jueces y estrellas de este deporte que era una verdadera pasión de multitudes.


El genial Miguel Barra era el anunciador, él siempre estaba en el rincón neutral: ¡Dale a Caruuuuuuuu!!!! …era su frase favorita. Caru era una marca de cocinas y el Luna era la verdadera cocina del boxeo argentino.

martes, 15 de octubre de 2013

Carlitos, "el Deportista"


(Por Marcelo De la Cruz).-  Carlos Gardel, el mito del tango argentino tuvo una relación especial con el deporte, casi tendríamos que decir que el deporte lo busco a él, sobre todo por su propensión a engordar. Gardel tenia un serio problema, poseía un “buen diente”, pero estar bien físicamente era necesario para encarar sus extensas giras. Cuando se encontraba en Buenos Aires corría desde Plaza Once a Palermo en remera y shorts muy largos.

A Carlos  le gustaba la Pelota Vasca y concurría al YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes) para practicar este deporte. También le fascinaba el frontón que jugaba en una cancha en Anchorena  y Rivadavia. También hizo gimnasia en la “Young Men”, otro Instituto, donde también  nadaba  y jugaba a las bochas.

El fútbol lo atrapó obviamente, comenzó en un club chiquito llamado “Orfelinato”. De grande solo iba a las canchas. En 1928 estuvo con la delegación argentina que fue a Ámsterdam en los Juegos Olímpicos, le gustaba andar con los futbolistas. Sus amigos fueron Tarasconi, Varallo, Mario Evaristo y Orsi. Cuando se prendía a un picadito usaba una faja de lana para la transpiración, siempre con mucho humor y cuando terminaba tomaba masajes para no tener dolores musculares el siguiente día. Fue hincha de Racing Club, los domingos que estaba en Buenos Aires  iba a la cancha con su amigo Elías Aippi, pero antes su tradición era pasar por el hipódromo. Pedro Ochoa  era  su ídolo

En 1916 llegó a pesar 118 kilos. Es por eso que comenzó a practicar boxeo en el Boxing Club Buenos Aires, este deporte le ayudo mucho para bajar peso. Gardel era aficionado a todos los placeres de la vida, pero el deporte estaba dentro de esa lista de manjares que el “morocho del Abasto” mantenía dentro de sus preferencias.

martes, 1 de octubre de 2013

El dia en que desaparecieron los arqueros


(Por Marcelo De La Cruz).- El fútbol criollo y sus colores siempre estuvieron a nuestro alcance y a la par de nuestros sombreros. Todo se encaminaba para que la nueva forma de hacer fiesta en el gran pais en desarrollo pinte de “ballet” sus nuevos modales y cortejos.

Había comenzado el siglo y ese deporte que trajeron los ingleses en un barco, uno que se juega con los pies y una pelota de cuero de “chancho” viejo, se convirtiera en poco tiempo en el pasatiempo favorito de los “místeres” y los “criollos”. En esos albores un club por encima de todos fue el que reinó en estas tierras argentinas en base a goles y entereza. El poderoso Alumni fue durante esos años el gran campeón, el imbatible plantel creado por su fundador el meritorio Watson Hutton, el que solo pisando las canchas de tierra ya se sentía ganador antes del pitazo inicial.

Fuerón 10 campeonatos locales, y otros 7 internacionales  que dejaron estos caballeros de fútbol arcaico y opulencia inglesa a la argentina en el Gran Buenos Aires. Pero hubo un hecho que fue histórico, que salió de todo molde y que la historia ha despreciado entre sus libros.

El 1° de julio de 1906, Alumni enfrentó al Belgrano en una fecha más del torneo bonaerense, con una característica especial: jugó sin arquero. Así como lo lee, entraron a la cancha once jugadores, no había nadie que se ponga la remera de arquero ni la boina tan particular de ese puesto. Un hecho inédito dentro del balompié.

El resultado…Alumni ganó 9 a 0 con una gran despliegue de los hermano Brown, pilares de este equipo ultraofensivo. No solo eso, el que fungía de arquero, y que jugó de volante por derecha ese día, anotó el octavo de la goleada sobre los alicaídos “players” del Belgrano. Como nadie tenía bien en claro el reglamento del “nuevo” deporte, nadie protesto esta situación.

Son los lujos que se daban, los muchachos de Watson Hutton, el querido y recordado Alumni.