miércoles, 23 de octubre de 2013

Boxeo de los 50’s: La galaxia del Luna Park

(Por Marcelo De la Cruz).- Enclavada en la manzana de Corrientes, Bouchard, Lavalle y Madero se encuentra el mítico Luna Park. El tranvía 26 llegaba hasta ahí o también podías llegar en un taxi, uno de esos pequeños Mercedes Benz, que te traían hasta la puerta misma. La emoción de asistir al Luna comenzaba leyendo las últimas páginas de La Razón donde aparecía el listado de las peleas.

Ya ahí lo mas complicado era ingresar a las populares, porque había que hacer largas colas. Todo se dificultaba más si peleaba Lausse o Merentino, los camiones con fanáticos venían desde distintas partes: de Mataderos llegaba toda una banda si peleaba Lausse, desde Rosario llegaban los aficionados de Bunetta.

En las puertas, los controles eran los de siempre, en la puerta “Uno” estaba Cándido Vásquez y de una cabellera blanca estaba Adolfo Albitos en la puerta “Dos”. Uno al entrar se encontraba con los bustos de Ismael Pace y el viejo Pepe Lectoure. La publicidad de Cinzano, Otard Dupuy y medias Paris estaban a primera vista en la popular A. Boquillas Filtox, Ceresita y los cigarrillos Nobleza estaban en la puerta de las plateas. El acomodador  más famoso que tuvo el Luna fue el querido “Toscano”, siempre fumando un Avanti, sonriendo a los que tenían boletos y atento por si acaso alguien se quería colar a la función.

A las nueve menos cuarto de la noche comenzaba el ritual, y el primero en entrar en las tribunas era el “viejo” Lectoure, que perdió la vista y apenas se guiaba por el bullicio de la gente. El preguntaba: ¿A Quién silban?...si siguen silbando no va a pelear más aquí. Decía el orgulloso gerente.

En los 50’s pelearon en ese ring Cirilo Gil, Alfredo Bunetta, Eduardo Lausse, Andrés Selpa, Ernesto Miranda, los españoles Fred Galiana y Manolo Garcia. Los grandes relatores de la época eran Bernardino Veiga, Fioravanti, Damian Cane, Raul Ferrito y Oscar Marino. Siempre venían bien vestidos, para ellos la transmisión era un show de primera clase y para eso debían estar a la altura.

En el viejo Luna Park pendía del centro una araña gigante de vidrio para alumbrar el ring side, a su alrededor globos de vidrio que alumbraban tenuemente. El juez más famoso de esos años fue Alfonso Araujo. Los mismos Perón y Evita bajaban a saludar con la mano a jueces y estrellas de este deporte que era una verdadera pasión de multitudes.


El genial Miguel Barra era el anunciador, él siempre estaba en el rincón neutral: ¡Dale a Caruuuuuuuu!!!! …era su frase favorita. Caru era una marca de cocinas y el Luna era la verdadera cocina del boxeo argentino.

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